Un estudio reciente reveló que el 70% de los argentinos siente incomodidad ante silencios prolongados. La investigación determinó que, en promedio, los habitantes del país solo toleran 6,5 segundos de mutismo antes de experimentar malestar.
Este fenómeno no es exclusivo de Argentina: Brasil, Italia, Colombia, Estados Unidos y Hong Kong también registran niveles similares de rechazo al silencio.
La cultura argentina, conocida por su verborragia y sociabilidad, valora la comunicación constante. En contextos como reuniones laborales, encuentros familiares o citas, el silencio suele interpretarse como un vacío incómodo que requiere llenarse con palabras.

Cuáles son los momentos de silencio más incómodos
El informe identificó los escenarios donde el silencio genera mayor tensión. Los ascensores encabezan la lista con un 76% de menciones, seguidos por primeras citas y funerales, ambos con un 72%. En estos contextos, los argentinos suelen recurrir a frases triviales como comentarios sobre el clima para romper el mutismo.
Las rupturas amorosas , las conversaciones con desconocidos y las situaciones de conflicto son otros de los escenarios más incómodos. En el ámbito laboral, las reuniones presenciales y virtuales también generan tensión cuando el diálogo se interrumpe.
Por qué el cerebro busca llenar cada momento con ruido o distracción
El cerebro humano tiende a asociar el silencio con incomodidad o ansiedad, especialmente en culturas occidentales. Según Seiji Nishino, profesor de psiquiatría de Stanford, esta reacción se relaciona con la necesidad de evitar vacíos comunicacionales, que pueden interpretarse como falta de conexión o interés.
En Argentina, la Generación Z , de 18 a 25 años, es la que más sufre esta incomodidad, con un 45% que teme los silencios en primeras citas. Los hombres también muestran mayor rechazo al mutismo en relaciones de pareja, con un 21% que lo percibe como un signo de conflicto, frente a sólo un 12% de las mujeres.
Cómo aprender a tolerar el silencio y convertirlo en un espacio de calma
Los especialistas sugieren que aprender a habitar el silencio puede ser beneficioso para la salud mental.
En culturas como la japonesa o la hindú, el silencio se valora como un espacio de respeto y contemplación. Adoptar esta perspectiva puede ayudar a reducir la ansiedad asociada al mutismo. La terapia cognitivo-conductual también ofrece herramientas para manejar la sedatefobia (miedo al silencio), canalizando la sensibilidad hacia actividades creativas como el arte o la música.
En casos de misofonía (rechazo intenso a sonidos específicos), se recomienda identificar los desencadenantes y trabajar en técnicas de relajación para evitar reacciones extremas.


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